«Casi un millón de mujeres combatió en las filas del Ejército Rojo durante la segunda guerra mundial, mujeres que fueron francotiradoras, condujeron tanques o trabajaron en hospitales de campaña, pero su historia nunca ha sido contada»
«Nos dieron los macutos y los usamos para cosernos unas falditas … En la oficina de reclutamiento, entré por una puerta llevando un vestido y salí por otra llevando un pantalón y una camisa militar, me cortaron la trenza y no me dejaron más que un flequillo»
«Dominaban todas las especialidades militares; incluso llegó a surgir cierto problema lingüístico: hasta entonces para las palabras “conductor de carro de combate”, “infante” o “tirador” no existía el género femenino, puesto que nunca antes las mujeres se habían encargado de estas tareas. El femenino de estas palabras nació allí mismo, en la guerra»
«Cuando mi marido me propuso matrimonio … Fue en Berlín, al lado del Reichstag … Me dijo: -La guerra se ha acabado. Estamos vivos. Hemos tenido suerte. Cásate conmigo”
«Entonces por primera vez pensé en la muerte… Y ya nunca más he dejado de pensar en ella, para mí se ha convertido en el mayor misterio de la vida»
«En ciertas ocasiones, las eslavas se unían valientemente a sus padres y esposos durante las guerras. Por ejemplo, durante el asedio de Constantinopla en el año 626, los griegos descubrieron muchos cadáveres de mujeres entre los eslavos caídos en combate. Además, una madre, al educar a sus hijos, siempre les preparaba para que fueran guerreros»
Texto: LA GUERRA NO TIENE ROSTRO DE MUJER Svetlana Alexiévich
Modelo: Federica Ferro
Foto: Simón Planes